Que las palabras duelen no lo digo yo,
lo sabes tú,
él, ella y ello.
Hasta nos hemos montado hasta una religión con
ello...
Mira,
la libertad de expresión mal entendida está
confundiendo a
gran parte de nuestra sociedad.
Y estoy seguro de que muchas veces también
preferirías que te mintiesen ya que la sinceridad
sin empatía es
simplemente crueldad.
Si alguien se justifica con el
“Yo digo siempre lo que pienso”
huye.
Esa verdad no debe contemplarse sin el posible
impacto en el otro.
Si la gente supiera que las palabras equivocadas
destruyen sueños,
destruyen relaciones,
destruyen autoestima,
tendrían un filtro en la garganta.
Afortunadamente,
nosotros que somos muy listos,
nos hemos inventado el comodín del perdón.
Pero el perdón no es más que una palabra
cristiana que solo
puede entenderse con el concepto de culpa.
Ojo! No pretendo que vayas aleccionando al
personal, la gente es como es y no cambia porque tú se lo digas o lean muchas
historias de Instagram.
En tu mano está el identificar esas personas que
NO suman y alejarte antes de que te dañen.
No se puede cometer el mismo error dos veces, la
segunda vez que lo haces, ya no es un error,
es una opción. Ahí el perdón no te va a servir.
El ejercicio 12 que está catalogado como el más
complicado de todos, en el sexto párrafo de la página 50 te propongo un método
en 2 pasos para purgar tu entorno.
Curso
PRÁCTICO, NO TEÓRICO en desarrollo personal
PD Incluye los Audios que verás en el Link de Arriba
hasta día 5 a las 23.59h