07 abril, 2021

No es raro que detrás de los labios tengamos colmillos.

 Que las palabras duelen no lo digo yo,

lo sabes tú,

él, ella y ello.

 

Hasta nos hemos montado hasta una religión con ello...

 

Mira,

la libertad de expresión mal entendida está confundiendo a

gran parte de nuestra sociedad.

Y estoy seguro de que muchas veces también

preferirías que te mintiesen ya que la sinceridad sin empatía es

simplemente crueldad.

 

Si alguien se justifica con el

 

“Yo digo siempre lo que pienso”

 

huye.

 

Esa verdad no debe contemplarse sin el posible impacto en el otro.

 

Si la gente supiera que las palabras equivocadas destruyen sueños,

destruyen relaciones,

destruyen autoestima,

tendrían un filtro en la garganta.

 

Afortunadamente,

nosotros que somos muy listos,

nos hemos inventado el comodín del perdón.

 

Pero el perdón no es más que una palabra cristiana que solo

puede entenderse con el concepto de culpa.

 

Ojo! No pretendo que vayas aleccionando al personal, la gente es como es y no cambia porque tú se lo digas o lean muchas historias de Instagram.

 

En tu mano está el identificar esas personas que NO suman y alejarte antes de que te dañen.

 

No se puede cometer el mismo error dos veces, la segunda vez que lo haces, ya no es un error,

es una opción. Ahí el perdón no te va a servir.

 

El ejercicio 12 que está catalogado como el más complicado de todos, en el sexto párrafo de la página 50 te propongo un método en 2 pasos para purgar tu entorno.

 

 

Curso PRÁCTICO, NO TEÓRICO en desarrollo personal

 

PD Incluye los Audios que verás en el Link de Arriba hasta día 5 a las 23.59h