¿Has visto cómo le brillan los ojos a las personas cuando hablan de sus cosas favoritas?
De esa
comida,
de ese
libro,
de esa
canción,
de esa
película
o de ese
lugar perfecto y te quieren contar todo acerca de eso.
Un taller
que impartí en Barcelona para los chicos de H10 Hotels fue especial porque
celebramos que uno de los participantes se jubilaba a la semana siguiente. Y le
pregunté a qué dedicaría todo ese tiempo…
Tras las
típicas bromas nos compartió que se lo plantearía como unas vacaciones eternas,
que llevaba
toda la vida trabajando…
De vuelta a
Mallorca, en el avión saqué la calculadora
616 días de
vacaciones eran los que tendría hasta el día que me jubilase.
616 días con
sus correspondientes noches.
Y para esa
fantasía quedan 8.030 días
o lo que es
lo mismo
Solo 8 días
de cada cien días los tendré para mí.
Menuda
mierda.
Si la ratio
te gusta, si lo aceptas, eso de quedarse quieto va contigo enhorabuena.
No respires,
no molestes,
no ofendas,
no canses,
no nada.
Muere.
Muere sin
molestar.
Muere sin
agobiar.
Muere
correcto
Mucha gente
se aferra a lo correcto, a la costumbre como a una roca,
cuando en
realidad debería desprenderse y tirarse al mar (hola), Y vivir.
El problema
es que creemos que tenemos tiempo y lo terrible no es la muerte,
sino las
vidas que la gente vive o no vive hasta su muerte.
Hay un
módulo, el 18, en el que detallo el ejercicio que aprendí y aplico desde que
aterrice. Me permite y permite a todos los que lo llevan a la práctica sentirse
un de vacaciones cada día.
-A los
ofendiditos también-
Mira
La vida
sigue -dicen- pero no siempre es verdad.
A veces la
vida no sigue.
A veces solo
pasan los días.